DESENGÁNCHATE

TODOS SALUDEN A LOS ACCELERACIONISTAS
Mark Zuckerberg, Elon Musk, Jeff Bezos, Sam Altman, Peter Thiel, Larry Ellison, Larry Page, Sundar Pichai. Los oligarcas de hoy no son meras tecnócratas ni emprendedores. No son visionarios altruistas, y no pretenden usar su riqueza y poder para el bien común. No te ayudarán a enriquecerse con ellos. En vez de echarte una mano mientras intentas subir la escalera de clase, te tirarán hasta donde empezaste, o aún más abajo. 

Con una administración autocrática respaldandose, estos hombres y la ideología que han inspirado en breve conquistarán el mundo. La implicación de su presencia al lado de Trump en el día de inauguración está claro: de ahora en adelante, todos los que deseen gobernar primero deberán ganar su apoyo. 

Los oligarcas y sus seguidores son ideólogos, creyentes en una secta del internet que utiliza las ideas de la ciencia ficción para disimular su odio fundamental a la humanidad.  Son profundamente antisociales, y ven las características más definitorias de la naturaleza humana, precisamente los que nos hacen humanos, como defectos (1). Para ellos, el cerebro humano se entiende mejor como computadora. Cualquier desviación del funcionamiento óptimo, es decir, emociones o necesidades biológicas, son fallos que se tiene que eliminar. Piensa en la obsesión de Silicon Valley con el mejoramiento personal, gestión de tiempo, y productividad al máximo. O el movimiento transhumanista, liderado por el capitalista aventurera Bryan Johnson (2), quien ha cedido el control de todos sus decisiones a un algoritmo en una búsqueda desquiciada a la inmortalidad. 

Estos oligarcas y sus seguidores son aceleracionistas. Esta ideología ve la tecnología como cura para todo el sufrimiento humano y anima el avance tecnológico sin límites (3). Propone que cualquier diferencia entre computadora y el cerebro humano es un error vergonzoso (4) y así nos debemos convertir en máquinas. Al contar con los algoritmos y la inteligencia artificial suficientemente, empezarás a entender la existencia como una serie de probabilidades calculadas, sies y noes, unos y zeroes y con tiempo, hablarás y pensarás como computadora. Igual incluso te pondrás a comportar como una (5).

 Naturalmente, una ideología distinguida por el odio a la humanidad enemista a las humanidades. La inteligencia artificial no se puede sentir como los humanos, así que el arte, la literatura, la música, y la filosofía, es decir las disciplinas con las que hacemos la belleza con el desorden de la emoción humana, son los enemigos de la aceleracionista. Por lo tanto, fomentan un escepticismo hacia los humanidades y los encoge a sus funciones básicas económicas. En la utopía aceleracionista, los artes y las humanidades son desechables, y el valor social de uno se puede reducir a sus habilidades informáticas y utilidad a la industria tecnológica. Aquí, no habrá arte. Solo habrá contenido.

En su famoso “Manifiesto Tecno-Optimista” (6), tecnologista multimillonario, miembro de la junta de Facebook, y pensador importante de la IA Marc Andreessen va aún más adelante, abogando una filosofía de “acelerar o morirse” con respeto al avance de la tecnología y proponiendo que las que deseen controlar el IA se les debería tratar como asesinos. 
Para qué sirve pagar artistas o escritores cuando el IA lo puede hacer más rápido y barato? “Acelerar o morirse” implica la desregulación total del sector tecnológico, el dominio de la IA generativa sobre todos los sectores lo más rápido posible. Un mundo gobernado por el IA  no tiene uso por las artes. La tecnología ya está agitando las industrias artísticas y acogiendo una etapa de empobrecimiento cultural extensa. Los traductores literarios temen que su arte antiguo pronto se olvidará (7), dado en cambio a las máquinas que pueden más rápido, gratis, antes de que el público se de cuenta de lo que ha pasado. Los actores de Hollywood se han organizado para impedir que se use su rostro para entrenar la tecnología que algún día les reemplazará (8), y profesores luchan contra el empobrecimiento intelectual de una generación entera criado por el ChatGPT (9). Los ingenieros de OpenIA le han entrenado a su software de generación de imágenes a copiar la obra del animador y cineasta celebrado Hayao Miyazaki, lo cual ha reducido un estilo artístico entero desarrollado durante décadas a poco más que un filtro cutre de Instagram (10). Mientras tanto, como si fuera algo de ciencia ficción, miles de personas solitarias están dejando las relaciones humanas por completo para “salir” con sus chatbots (11), mientras que el “slop” inquietante inunda casi todas las canales de comunicación, llevándonos cada vez más cerca a un internet sin humanos, poblado en cambio por contenido exclusivamente generado por el IA. (12). 

Con los datos que han recogido a través de nuestra adición a sus apps y el apoyo total del gobierno más poderoso del mundo, la oligarquía está afinando rápidamente la inteligencia artificial con la promesa de una sacudida social a nivel mundial. La IA generativa, aunque posiblemente valioso en los campos de medicina e ingeniería, está de camino a convertirse en una herramienta autócrata que lo abarca todo, con la que volverán a hacer la sociedad y cultura humana en el imagen de la clase multimillonaria.

Su funcionamiento se mantiene escondido a posta— no se sabe concretamente cuáles vídeos, imágenes, y textos que se usan para ayudar a que la IA generativa imite la creación humana (13). Esta tecnología se posiciona en contra de la democracia por su naturaleza. Se entrena por contenido producido por artistas, cineastas, y gente normal sin que sepan ni que den su consentimiento. Artistas y creadores no tienen la oportunidad de quitarse del desarrollo de esta tecnología que algún día pretende reemplazarlos.

Y no pararán con las humanidades. Los oligarcas están fomentando la agenda aceleracionista como manera de hinchar su riqueza personal. En los Estados Unidos, ellos desharán el bienestar social, harán que sea aún peor la  educación pública que ya está faltando (14), y debilitarán los servicios públicos hasta que las instituciones que los apoyan se derrumben desde dentro. Cualquier cosa que sirve el bien común, que proporcione alguna utilidad social además del avance tecnológico y valor para las empresas personales de los oligarcas, está en peligro de eliminación. Al otro lado del Atlántico, su conquista es más lenta e ideológica. Fomentan apoyo para partidos  de la ultraderecha, como AfD (15), Vox (16), y los Hermanos de Italia (17). Sin acción radical y cooperativa por parte de los gobiernos del mundo, las fuerzas desenfrenadas del capitalismo del libre mercado inevitablemente facilitará su conquista.
A pesar de la supuesta “racionalidad,” no hay nada racional ni moral de la ideología aceleracionista de los oligarcas. Es el odio institucional del fascismo junto con un ardor de ciencia ficción desquiciado. Es una secta de internet para los súper ricos. Un movimiento religioso apocalíptico para la época digital con la profundidad filosófica de una película de Marvel. Si los seguidores del aceleracionismo no fueran la gente más rica e influyente del mundo, la ideología se esfumaría de la sociedad por completo. Pero desgraciadamente, no solo tienen riqueza sin límite, sino también han infiltrado el gobierno más poderoso del mundo (18).

DESENGÁNCHATE 

¿Qué razón tenemos para no creer que el proyecto del aceleracionismo tendrá éxito? Los oligarcas modernos se encargan de un sistema de prensa y comunicación que trasciende los límites lingüísticos y culturales, con que miles de millones de personas pasan una gran parte de sus vidas.

Las compañías de Zuckerberg y Pichai únicamente se usan diariamente por más de una cuarta parte de la humanidad (19). Las plataformas que controlan estos hombres forman la esencia de la vida moderna. No se pueden separar de nuestro trabajo, nuestro ocio, y nuestras vidas sociales. Nos hace falta el Facebook, Instagram, YouTube, X y WhatsApp para socializar y ganarnos la vida. También las estamos desesperadamente adictos. 

Pasamos horas y horas de nuestros días haciendo scrolling porque así son diseñadas las plataformas. Sus modelos de ganancia requieren que pasemos el máximo tiempo posible con ellas. Cuanto más usamos las redes sociales, más datos se pueden vender a los anunciantes, y más dinero ganan los oligarcas. La ganancia proviene de los datos, y los datos son nuestra atención. Pues no hay ninguna sorpresa de que los algoritmos que conducen las plataformas exploten nuestras vulnerabilidades psicológicas. ¿A dónde ha ido nuestro tiempo? El “scroll” infinito nos tiene mucho que enseñar. Tenemos toda la información del mundo en nuestras manos, y que vamos a hacer con ella? Pues probablemente nada, porque estamos más contentos de pudrirnos en su miseria fabricada que mirar por otro lado. 

Entonces, ya tienen nuestra atención. Ahora que? ¿Cuáles son las consecuencias sociológicas de un ecosistema de medios de comunicación que favorece la rabia en vez de la compasión, odio en vez de la empatía (20)? Quizá la respuesta de esta pregunta nos rodea. Con la llegada de ideas una vez conspiratorias, como el escepticismo sobre las vacunas (21),  el consumo de carne crudo (22), o la extinción de la llamada “raza blanca (23),” a la normalidad. O en los jóvenes solitarios buscando remedio de su aislamiento, que les pilla el extremismo que resulta en actos de violencia horrenda (24). O en el auge mundial del populismo ultraderechista, que aprovecha las divisiones sociales para fomentar el miedo y la desconfianza. ¿Para quién? ¿Quién gana en un mundo formado por las plataformas? Ganan los oligarcas. Las consecuencias sociales del diseño de las plataformas han permitido la alianza entre los oligarcas y el estado. 

El destino de su proyecto está claro. Musk, Altman, Bezos, Zuckerberg, Pichai, Andreessen, Ellison, Thiel y los demás se están haciendo Dios. Plantean su tecnología como una fuerza libertadora potente, que algún día nos llevará a un futuro de prosperidad y adelanto sin precedentes; puede incluso llevarnos a vivir entre las estrellas (25), o liberarnos de la muerte misma (26), dicen ellos. Los oligarcas y sus seguidores tecnócratas se eligieron como los directores del camino de la civilización humana. Han decidido, de parte nuestra, que está en el mejor interés de nuestra especie perseguir el adelanto tecnológico desenfrenado, agresivamente, y dogmáticamente, sin ninguna reflexión. 

Igual tienen razón. Igual algún día la tecnología sí llevará a alguien a las estrellas. Pero no serás tú, y no seré yo. Nuestro planeta se seguirá pudriendo y nuestras mentes también. Los centros de datos que alimentan sus plataformas gastan más agua y energía que un pueblo entero (27). Curtis Yarvin, escritor que se asocia con un movimiento que se llama el “Dark Enlightenment” (El Renacimiento Oscuro), aceleracionista, y amigo de la administración de Trump (28), pinta un imagen escalofriante de lo que podría ser nuestro futuro: el reemplazo de la democracia con una monarquía corporativa, encabezado por un “monarcha-CEO,”  que ejecutaría control completo de la sociedad en nombre de la clase multimillonario (29). 

Si te suena bien agradable ese mundo, pues sigue como andabas. Disfruta el mundo que viene que ayudaste a acoger con tu inacción. 

Pero si no, pues quitate del proyecto aceleracionista. Nadie te está obligando a iniciar la sesión. 

Puedes resistir la extracción de tus datos. Puedes rechazar su invitación a participar en el experimento de tecno autoritarismo. Y puedes denegar a los “tech-bros” cuando nos aseguran que es inevitable que el IA vaya a dominar a todos los sectores y que por eso se tiene que acoger. No tienes que participar en su tecnología ni interactuar con sus chatbots ni permitir que sus algoritmos te desvíen la atención. Ya está surgiendo un movimiento (30). Únete. 

Apágalo, sal de la casa, borra tus cuentas. Tu atención son datos y los datos son la ganancia de los oligarcas. No les des lo que quieren. 

Porque este mundo es de humanos, y es lo único que tenemos. Que siga así. 

Fuentes. 
20. https://youtu.be/sSOxPJD-VNo?si=pPQ_qKaNIwReXWWL (1:16. Musk: “We’ve got civilizational suicidal empathy going on.”)

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